Antes de empezar a leer este post, quiero aclarar dos cosas que pueden parecer contradictorias: Helsinki no es de las ciudades más bonitas que he visitado, sin embargo, me encantó. Me explico: en mi opinión no hay barrios o demasiados elementos arquitectónicos que sean dignos de admirar; pero después de pasar un mes allí, me he dado cuenta de que es una ciudad realmente funcional, práctica y cómoda para vivir. Las principales comodidades que a mí me llamaron la atención fueron el servicio de transporte público, la cantidad y tamaño de los centros comerciales (adaptados al invierno) y la variedad de actividades culturales fijas y temporales que se pueden disfrutar allí.
El edificio que más me impresionó es la Catedral de Helsinki, situada en la Plaza del Senado, justo detrás del Ayuntamiento:




Otro elemento arquitectónico que tuve la oportunidad de visitar fue la Iglesia de Temppeliaukio. Este templo luterano fue construido en 1969 y destaca su interior, excavado en roca, y la cúpula acristalada. Gracias a su buena acústica no solo se utiliza para eventos religiosos, sino también para conciertos.
Otro edificio que destaca por su interior es la biblioteca principal de la Universidad, me pareció increíble cómo habían querido aprovechar la luz con grandes cristaleras y el efecto óptico que se crea cuando miras hacia arriba.

Por último, os dejo con una vista general del puerto desde el barco con el que se sale a Suomenlinna, una de las muchas islas de Helsinki, que merece la pena visitar ya que fue una base militar sueca y rusa el siglo pasado. Como detalle, si tienes tiempo y te gusta pasear, a mi personalmente me encantó el ambiente que hay en las calles peatonales del centro de la ciudad (detrás de la Estación Central de trenes), ya que suele haber músicos y otros artistas que amenizan la tarde.
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